Se oian los alaridos de los vencidos caidos en el abismo de la bancarrota cuando el pueblo y los soldados coreanos exclamaban vivas de victoria.

El entonces general de las tropas norteamericanas, Taft, dijo que es obvia la derrota de EE.UU. en Corea y que en el mundo no hay un ejercito capaz de rechazar al EPC.

Tambien, el entonces secretario de Estado norteamericano, Marshall, subrayo que se hizo anicos el mito y que EE.UU. no fue un pais tan poderoso de lo que pensaban otros.

Bradley, que fue presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor de Estados Unidos de aquel tiempo, califico la pasada guerra coreana como una contienda librada con el rival equivocado en el lugar y el tiempo mal escogidos.

Los entonces comandantes de las "fuerzas de la ONU", MacArthur y Ridgway, lamentaron que el prestigio de EE.UU. nunca se habia caido al suelo como ahora en la palestra mundial despues de su fundacion y que EE.UU. no debe olvidar sus errores y lecciones amargas sufridos en la guerra coreana y las negociaciones de armisticio.

El ex comandante de las tropas yanquis en el Extremo Oriente y de las "fuerzas de la ONU", Clark, confeso que sintio una derrota, francamente dicho, una indescriptible frustracion luego de suscribir el acuerdo de armisticio y que derramo hasta las lagrimas. Y agrego que tendrian los mismos sentimientos sus antecesores MacArthur y Ridgway.

Al acceder al microfono radial tras la firma de susodicho documento, el entonces presidente norteamericano Eisenhower hablo en tono triste que su pais pago un caro precio, lo que fue tragico y amargo.

Tales testimonios ponen en relieve la significacion del dia de la gran victoria en la guerra que brilla como simbolo de invencibilidad de la Republica.